Thursday, December 8, 2022

The Wedding March o La Marcha Nupcial

      We exited the restaurant onto dimly lit Calle Moctezuma heading west towards Esther's house. She needs assistence now to walk on the narrow uneven sidewalks because her vision is failing. I held her arm as best as possible and warned her of imminent dangers as there are many. I often joke with her about holes and crevices. I place all impediments in the category of "mata suegras". Mother-in-law killers. "Cuidate, esto hoyo no tiene fondo. Es una mata suegra." Circe was leading the way illuminating the sidewalk with her cell phone. Slowly we advanced on the dark street. When we reached Iturbide we noted the sound of music drifting towards us but because Mexico is often alive with sounds my attention was not immediately focused on the origin. Circe commented, "What's that"?  Ten seconds passed and she recognized it as a wedding. I caught a movement in the distance. A wedding I thought,, in the middle of the street? By now the music of a mariachi band became evident. I am at a disadvantage and yet befuddled  by mexican customs. The dimly illuminated street, the mariachi playing El Zopilote Mojado, (The wet Vulture) a glitter in the distance, none of it,  registered wedding in my mind. Although there are 30 churches and chapels in Tenancingo the music was a blocks away from any one of them.

     A procession approached. El Zopilote Mojado marked the cadence. The violin and the drum coupled strongly and the cool december eve claimed a sort of victory. We stopped in a large space between two parked cars.The presentation march tempo called to us, urging us to concur and mark time but this night parade had other intentions. Then she appeared out of the sound and dimness, a bride, a specter of promises adorned like a mariposa blanca gigante in a white batteau gown. I couldn't help but notice her white teeth beaming joy. Wow this is really cool I said. Any custom that stops traffic always excites me. Esther asked me what I just said. "Bien chido," I replied. Satin bows and flowers were tied atop her head and from them cascaded fresh dark curls. I could see her well now. Her skin was a luxurious mexican bronze that a white person would die for or at least attempt to duplicate without success. Bronze mexican skin is lustrous and deep. The groom, a chubby pie faced smiler at her right side, was dressed in black. He looked over at us proudly smiling like a winner as we began to applaud. A young lady, one of the participants, in heels sheathed in a long pink dress adorned with sequins passed unsure of her feet. She glittered like a supernova. We clapped even louder as I could feel my deceased mother's words creep into my head attempting as always to consume this moment of delight. She recited this phrase at all weddings. "I give the marriage a year." With some effort I pushed the words aside and secretly wished the couple a lifetime.  


   Salimos del restaurante a la calle Moctezuma, débilmente iluminada, en dirección oeste hacia la casa de Esther. Ahora necesita ayuda para caminar por las banquetas angostas e irregulares porque su visión está fallando. Sostuve su brazo lo mejor que pude y le advertí de los peligros inminentes ya que hay muchos. A menudo bromeo con ella sobre agujeros y grietas. Considero todos los impedimentos en la categoría de "mata suegras".  "Cuidate, esto hoyo porque no tiene fondo. Es una mata suegra". Parece que le gusta este humor de reproche. Circe iba al frente iluminando el sendero feo con su celular. Lentamente avanzamos por la calle oscura. Cuando llegamos a Iturbide, notamos el sonido de la música que flotaba en el aire de la noche hacia nosotros, pero debido a que México a menudo está lleno de sonidos, mi atención no se centró de inmediato en el origen. Circe comentó: "¿Qué es eso"? Pasaron diez segundos y ella lo reconoció como una boda. Capté un movimiento en la distancia. Una boda pensé, ¿en medio de la calle? A estas alturas se hizo evidente la música de un mariachi. Estoy en desventaja y sin embargo confundido por las costumbres mexicanas. La calle tenuemente iluminada, el mariachi tocando El Zopilote Mojado, un brillo a lo lejos, nada de eso, registró boda en mi mente. Aunque hay 30 iglesias y capillas en Tenancingo la música estaba a una cuadra de cualquiera de ellas.


      Se acercó una procesión. El Zopilote Mojado marcó la cadencia. El violín y el tambor se acoplaron con fuerza y la fresca víspera de diciembre se adjudicó la victoria. Paramos en un amplio espacio entre dos autos estacionados. El tempo de la marcha de presentación nos llamaba, incitándonos a estar de acuerdo y marcar tiempo pero este desfile nocturno tenía otras intenciones. Entonces ella apareció entre el ruido y la penumbra, una novia, un espectro de promesas adornada como una mariposa blanca gigante con un vestido blanco batteau. No pude evitar notar sus dientes blancos radiantes de alegría. Wow, esto es realmente genial, dije. Cualquier costumbre que detenga el tráfico siempre me emociona. Esther me preguntó qué acabo de decir. "Bien chido", respondí. Lazos de raso y flores estaban atados sobre su cabeza y de ellos caían en cascada rizos oscuros y frescos. Ahora podía verla bien. Su piel era de un lujoso bronce mexicano por el que una persona blanca moriría o al menos intentaría duplicarlo. El novio, un regordete cara de pastel sonriente a su derecha, estaba vestido de negro. Nos miró con orgullo sonriendo como un ganador cuando comenzamos a aplaudir. Una joven, una de las participantes, en tacones enfundada en un largo vestido rosa adornado con lentejuelas pasó insegura de sus pies. Ella brillaba como una constelación. Aplaudimos aún más fuerte cuando pude sentir las palabras de mi madre en mi cabeza intentando consumir este momento de deleite. Ella recitaba esta frase en todas las bodas. "Le doy al matrimonio un año". Con algo de esfuerzo, dejé las palabras a un lado y en secreto deseé a la pareja toda la vida.